Memorias de Diego
Un breve y humilde homenaje al más grande de todos los tiempos
Cerca de las 11 AM horario del Este en Estados Unidos, veo un email de un amigo, corresponsal de un diario Japonés en Washington, con el título ‘Maradona’. Primero pensé que había descubierto un video y me lo estaba compartiendo. Nuestros hijos juegan en el mismo equipo y justo el fin de semana estábamos hablando de futbol.
Cuando abrí el email y leí que Diego había fallecido, solté un insulto, parte incrédulo, parte bronca. Diego es la razón por la que juego y amo el futbol, como tantas millones de personas. El amor más profundo por la pelota, por la diversión del juego, de la gambeta, de la calidad, por la belleza.
Diego fue eso desde que era chico. En 1986, cuando Argentina vence a Inglaterra con dos goles de él, yo tenía 11 años, y el partido lo vi acostado en el living de mi casa. Tenía hepatitis y mi papa me había comprado una catrera para que permanezca acostado mientras veíamos el partido.
Cuando hace el primero, y ni qué decir del segundo, empecé a saltar, y veo a mi Papa venir con los brazos abiertos corriendo, pensé que nos juntábamos en un abrazo a festejar. En realidad mi papa no quería que salte, por la hepatitis, pero estábamos todos tan felices que no nos podíamos contener.
Finaliza el partido y en la tele mostraban el gol con música de tango de fondo. Maradona había bailado a los ingleses, los había bailado con nuestra música, en un tango tan argentino como el mismo Diego.
Verlo levantar la bendita copa ese año fue algo inimaginable, una hazaña cada vez más grande a través del tiempo.
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Años después me vine a Estados Unidos, la Argentina quebró en 2001, yo llegue en 2002, estudie y conseguí trabajo, traje a mi familia. Habrá sido en 2005, o 2006, un día estaba corriendo y me había bajado música para escuchar. Un disco de los Piojos que contenía a lo último unos temas en vivo. Antes de empezar el tema llamado Maradó escucho la voz del Diego. Agradece todo el afecto y el cariño, y al cantante le regala los últimos botines que uso.
Al escuchar a Diego hablar, mientras corría, me empezaron a brotar las lágrimas. Tanto extrañar la tierra lejana, tantas memorias que casi había olvidado, toda la Argentina pasaba por mi mente mientras escuchaba a este grande agradecer el cariño de la gente.
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Hace unos años empecé a organizar la liga local de adultos y como es necesario todas las temporadas envió un email para presentarme. Uno no puede decir que es argentino y juega al futbol sin que alguien lo nombre a Diego. Entonces en el email se me dio por compartir la anécdota de la hepatitis y la catrera, sabiendo que podía haber entre los que leyeran quien recuerde esos goles.
Y así fue, más de uno contesto el email, y más de uno se acercó a contarme donde estaban cuando Diego convirtió esos goles. Un par eran de Inglaterra, el placer de verlos reconocer que significo ese gol es inconmensurable.
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Hoy al leer las noticias fui a contárselo a mi hijo, luego a mi esposa, y entre lágrimas me puse a leer las noticias, las reacciones de otros jugadores, del mundo, y lloraba, no podía dejar de llorar. Se acercó mi esposa y me pregunto si estaba bien. Se me ocurrió decirle, yo nací en la tierra que San Martin convirtió en Patria, a la que Belgrano le dio esa bandera. Pero yo no viví en su época, yo viví en la época de alguien tan grande como ellos, El Diego fue alguien tan grande como un fundador de la patria. Por eso lloro, por la alegría de ser Argentino.
Un rato después voy a ver a mi hijo para mostrarle el video del segundo gol a Inglaterra. Ver a Diego correr en ese campo verde con la sombra del Sol Azteca en el medio, dando una media vuelta, pasando a uno, dos, tres, y hasta siete ingleses, y escucho a Víctor Hugo Morales relatar el gol, Barrilete Cósmico, de que planeta viniste…
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Gracias Diego, gracias por tanto futbol, gracias por ponernos en el mapa mundial para siempre, gracias por emocionarnos todos estos años. Te vamos a extrañar y también a honrar, enseñándoles a los chicos como se trata la pelota.
Hasta Siempre!
